‘El peor año de la historia’
‘Que se acabe ya este 2016’
Os presento a las dos frases más leídas por mis ojos estos días.
Mi 2016 no ha sido aterrador. No ha sido nefasto. No ha sido triste. Sí extraño, pero con la suavidad que se puede acoger a toda extrañeza buscada. Sí melancólico, pero con la encantadora pasión que lo ilumina todo sin quemar. El año de pensar que lo absoluto no existe. Ni los profetas, ni la verdad exacta, ni la elección concreta. Bello y suave. Convirtiendo la piel en poesía. Las pantallas en océanos de color azul. Te quiero como nunca, te quiero como siempre. Y viajar juntos. Emprender camino.
2016 es el año en el que celebré junto a los que quiero que me quieren y que quiero. El año en el que más veces por minuto he recordado a mi padre y he sonreído. El año en el que decidí homenajearle haciendo lo que a él más le gustaba hacer: Viajar, comer, conocer, amar y ser amado. Y más que viajar, en 2016 he dado un salto. En el espacio y en el tiempo. He andado hacia adelante recordando todos los caminos andados. Este año ha sido lo nuevo, lo inesperado, lo profundo, lo pausado, lo curvado, lo oscuro, lo brillante. Ha sido las largas y placenteras conversaciones. Los largos y cómodos silencios. Los nuevos paisajes, los nuevos sabores. Ha sido perderme y encontrarme. Dejarme llevar. Dejarme caer. Dejar que me levanten. Dormir demasiado y no dormir nada. Escuchar y ser escuchada. Observar y ser observada. Conocerme ante lo desconocido. Este 2016 ha sido un homenaje a su risa. Su energía. Su sensibilidad. Sus ganas. Su mente rápida. Su mirada inquieta. Este año me he situado de frente a mí misma. Me he permitido el lujo de darle un poco de vida a la vida. De darle un poco de tiempo al tiempo.
Para 2017 tengo un libro nuevo. Me hace especial ilusión porque es un libro que ya se va haciendo mayor y a pesar de todo está casi en blanco. Cada día quiero más a los que quiero. Me enamoro más de lo profundo, de lo femenino y también de lo superficialmente bello. Viviendo lo eterno siempre en pequeños instantes. Tratando de hacernos las vidas más felices. La piel es la dimensión más trágica de la vida. La piel, no se finge la piel. Me da miedo y al mismo tiempo me enternece. Ya sabéis. Mi libro me da el poder de verlo todo desde fuera. Así que, en general, pasaré los días tachando ciudades del mapa que compone mi memoria. Generando de nuevo el plano. Asignando de nuevo un lugar para la cruz que marca El Tesoro.
En definitiva, allí fuera está saliendo el sol. Y aquí dentro, todo lo que ha sido regado, está deseando ser florecido. Creo que sí, que 2017 viene con luz fresca como la del reflejo del sol en el agua. Como la que enfoca a los musos y las musas que en la escaleta de efectos de la vida, a veces queriendo y a veces sin querer, te obligan a lanzarle un beso en la boca al horizonte. Y sonreírle al año que se va. Y al que viene.
Adiós 2016. Au revoir.