Alguien a quien quiero mucho me pidió que no volviera a escribir estando triste. Pero hay cosas a las que una no siempre puede hacer caso. Como cuando te dicen que no vuelvas a comer chocolate. O como cuando te dicen que te acuerdes de esto o de aquello. Nunca se sabe si es el frío el que atrae a la nostalgia o es al revés. El caso es que hay muchos días en los que me apetecería perder el miedo. El tiempo. Ya sabes, dejar de ser el refugio de ti mismo. Darle la palabra al silencio. Morir en el intento. Hay muchos días en que apetece brillar. Dejar de ser sólo tú. Conceder la venia. Dejar que administren tu hacienda. Que te laman las heridas. Retorcer tu firme tronco hacia el sol. Pero todo lo que sucede es frío. Es complejo. Y es que mi misterio es simple: Hay muchos días en que no sé cómo estar viva. Porque es contradictorio sentir que cuando la vida se para un instante, es cuando tú te sientes vivo.
Creo que es bueno ser empujado por la miseria a las cosas sencillas. Es bueno pensar mucho en ellas. Pensar en el tacto. El único sentido sin el cual el ser humano podría vivir. Por eso es muy importante dormir desnudo, sobre todo cuando hay alguien más en la cama. Por amor propio. Dice mi hermana que dormir es de insensibles. Y sí. Se debe pensar en cosas como que la palabra ‘sintiendo’ sin el ‘ti’ se queda casi sólo en ‘siendo’. Pensar en porqué con lo diminutas que son algunas de mis tristezas, tienen esa capacidad de ponerme triste. En que en otoño todo pasa, pero ¿qué queremos decir con todo? Porque a veces se tiene que hacer un agujero muy hondo en la tierra para saber lo que es el cielo.
Y yo me olvido de todo. No de ti. De todo. Bajo una diplomacia metafísica parecida a la que mantenemos en la física, intercambiaría mis sueños con los tuyos. Y los cumpliría. Porque yo tengo una ‘mala salud de hierro’ que sólo entiendo como fruto de la fragilidad que escondo, de la fragilidad de la que escapo. Porque la gravedad te demuestra que eres real aplastándote contra el suelo. Porque mantengo una relación con el miedo que me acerca y me aleja de todo lo mío. Y creo al fin y al cabo, que el tiempo y el espacio no te hacen desaparecer, sólo te empequeñecen. Así que supongo que llevo días con toda mi atención en un pequeño punto y final. Frío.
Comentarios
8 respuestas a «Darle un sentido al frío.»
That’s an inuneiogs way of thinking about it.
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joe qué bueno! a ver si la Navidad te inspira que tardamos menos en volver a leerte…
un beso!
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Estupendo. Siguiendo la tradición, claro.
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Escribes tan brillantemente bien…
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eres un jodío diamante fragil pero dura, muyyyyy dura
un beso guapa
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Wow
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Ay corazón, tú brillas aunque no quieras… Gracias por seguir escribiendo y por dejarnos disfrutarlo
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Como siempre… tan bonita como arrolladora. Tan sencilla como dura