Un día la vieja pintora se despertó inspirada. Quería plasmar toda la esencia del ser humano en una obra, y pensó que la actitud humana a lo largo de la historia es reflejo de la búsqueda de la libertad. Decidió pintar sobre todo aquello que nos impedía ser libres. Y pasó horas encerrada en su estudio. Rodeada de colores, de pinceles, de caballetes… Hasta que la terminó
Al día siguiente le entró la curiosidad que todo artista siente al acabar una obra. Ansiaba saber si el público había entendido el significado de su pintura. Así que, se lanzó a exponerla en la puerta de su casa, y desde su ventana, decidió preguntar a quien pasara por allí.
Pronto apareció por su calle un señor de mediana edad, y la pintora exclamó -¡Psstt! ¡Oiga! Haga el favor de mirar mi cuadro un momento… ¿Usted qué ve?- Y el hombre, tras un largo rato observándolo y leer el título en voz alta, respondió -Mmmm.. Señora, creo que usted ha logrado reflejar la verdadera razón coartadota de nuestra libertad: El capital- . Ella frunció el ceño desilusionada, le dio las gracias y pensó que sería mejor esperar a otra persona. De pronto, una señora pasó por ahí, y a prisa le preguntó -Oiga señora. Mire mi cuadro.. ¿Usted qué ve?-. Y la señora, prestándole atención, contestó -Mmm. Veo como transmite que son las guerras y el fanatismo los que paralizan la libertad del ser humano-. Entonces, la pintora volvió a agradecer la opinión de la mujer, pero continuó desilusionada.
Pasó la mañana y la tarde haciendo la misma pregunta a todo aquel que paseaba por allí. Hubo respuestas de todo tipo. Unos decían -Refleja el individualismo como el mal que acecha a nuestra libertad-, otros, -Refleja como causa contra nuestra libertad a la sociedad- . Pero nadie le daba la respuesta que la pintora deseaba. Y pensaba -Toda una vida pintando, y con esta obra no he sido capaz de transmitir a una sola persona el significado que quería- .
Ya entrando la noche, cuando estaba completamente apesadumbrada, vio pasar a un chico. Y como el que bebe el último sorbo de agua fresca en un día de verano, le preguntó al chaval.. – ¡Oye! ¿tú que ves ahí?-. El chico observó el cuadro, y contestó -Es un cuadro en blanco. No veo NADA- . Entonces se miraron unos segundos, en silencio. Él siguió su camino. Ella cerró la ventana y se fue a dormir… Sonriendo.
Comentarios
2 respuestas a «El cuadro»
Yo? Lo que me dejan 🙂
2 respuestas a «El cuadro»
así somos. Deberíamos ser más valientes, cómo tú guapa;)