no soy mala, es que me dibujaron así

El mar. El muerto.

Comiendo toda la arena de la playa, con el corazón ajado, con la saliva succionada, sin piel, absorbida ya en mis esperanzas. Un guiñapo que antes caminaba por el cielo, pisando cada estrella, colgada de aquellas enormes manos que mecían mis sueños. Esas, que sabiendo que las ventanas son pasaporte hacia la frustración, abrieron todas y cada una de las guardaba yo, aumentando así el dolor. Y ahora de nuevo, me muero en el mismo lugar donde un día encontré vida. Rebozada en viejos fracasos, me resulta todo ya tan familiar que me niego a estar triste. Sólo quiero querer o desprenderme. Dejar de ser un simple minutero, siempre moviéndose al compás de otras manillas, sin dar cuenta de que pasa el tiempo.

Tu risa ya no me vale, ni tu vida. No busco más ánimos recibidos, no busco emitir colores. Párate conmigo, paremos esta actitud consumida, tratemos de escuchar la brisa del mar, el oleaje. Quizá estoy ya extenuada y no pueda seguir, me pudro con todo este desánimo que me contempla. Toda la fuerza que tuve la gasté en conocerte, en limpiar mi espíritu para ti, en expulsar de mi cada mañana todo lo feo, toda esa muerte… Pero de mi boca no salían más que palabras, por mucho que tratara de vomitar, el espíritu siempre quedaba perpetuo en mi cuerpo. Y el deseo de saltar hacia ti, contigo… El recuerdo aún tambalea, hace vibrar hasta al desierto y aquellas almas allí perdidas, abatidas, que me observaban.

Agotada, consumida, y con los ojos ya pegados al suelo, me dejo llevar por el oleaje. Necesito correr el riesgo de perderte. Y que lo que se avecine se queme, porque mis logros siempre fueron mérito tuyo. Olas gigantes de males vividos, aguas en calma de vida anhelada; Y aún así, y frente a todo, manteniendo tu yugo aquí adentro. Siento tanto que no quiero sentirlo, porque ya no es lo que uno siente, sino quién lo siente. Duele, pero dentro del agua, ya sin respiración, sin aire en los suspiros… Se ahogan las penas.

Y con el debido rencor, y una vez sola con mi muerte, aprenderé que no importa a donde llegué, sino hacia donde me dirigía. Y ahora que puedo hablarte, frente a frente, de miedo a miedo, recuerda: Aquel que muerde, es porque un día fue mordido.

Comentarios

  1. 2 respuestas a «El mar. El muerto.»

    A cada frase una de esas sonrisas tristes de ‘sé de lo que hablas, en mi piel he vivido algo parecido’, sólo que a cada frase hay un poco más de dulce dolor, dulce como el agua en los pulmones. La muerte más dulce.

    Dicen.

  2. 2 respuestas a «El mar. El muerto.»

    como: el que se quema con leche ve la vaca y llora… 😉
    encantada