no soy mala, es que me dibujaron así

El sol de la infancia

Nunca tuve la sensación de vivir en un sólo mundo. Sólo sé cosas sobre pertenecer a ciertas certezas que nacen de ciertas bocas. La luz del sol lo sabe, por eso de noche se esconde. Tiene que coger fuerza.

Estos días son especialmente así. Días en los que te gustaría no rendirte de ti misma. En los que te gustaría dejar a un lado la huida hacia adelante. Parar. No sentirte cansada. Agotada. Tan vacía como llena de una pesada culpabilidad, rebosante, que algún día habrá de explotar aquí adentro. Y por eso corres. Y por eso me da miedo irme muy lejos. Porque lo bueno debería de abundar. Y si algo me enseñó antes de irse, es que también hay que saber irse sonriendo. A los tuyos. A los que siempre son, serán y fueron.

Me estoy haciendo adulta en un mundo que se parece muy poco al de mi infancia. Crecer duele. Lo decían los médicos cuando pasabas 10 días en cama con gripe y de pronto te quedaba corto el pantalón. Siempre tengo miedo a no ser una solución. Es un miedo simple. Pero es mío.

La dosis de raciocinio y convulsión de la juventud de mi padre, dieron pie a una niña a la que, esencialmente, enseñaron a soñar, amar y ser amada. La niña más querida de este Universo. Bueno, seguramente una de ellas. Esos sueños ya te situaban a cierta distancia de la realidad. De este mundo. De cualquier mundo. Y la adicción que producía esa sensación de complicidad y de ganas de aventura con un progenitor que era el cómplice perfecto es, simple y llanamente, irrepetible.

A pesar de todo. La vida te regala instantes, que te reencuentran contigo misma. Y sientes que estos ojos, que este pelo, esta boca, estas manos, este cuerpo, estos pies… Que son los tuyos, son tu hogar. Tu mundo y el mío. Estar cogida de unas manos. No cualquier manos. Escuchando música. Cualquier música. Soñar en alto. Hablar en sueños. Volver a ese sol de la infancia.

Y ya no estás. Ni volverás. Ni te has ido. Y hay mundos. Muchos mundos. Pero el nuestro lo tengo aquí adentro. El tuyo y el mío. Es curioso que por ejemplo tú, que estás tan lejos ahora, estés operativamente infinito más cerca que los que tengo sentados a mi lado en este momento en el sofá. Es una alegría simple. Pero es mía.

El último verso de Machado, que mi padre leía conmigo, decía así: «Estos días azules y este sol de la infancia»

Comentarios

  1. 10 respuestas a «El sol de la infancia»

    Te acabo de encontrar. De repente. Pinchando aquí y allá en busca de comentarios e imágines sobre Noviembre, esa película que vi hace muchos, muchos años, y que ahora, tengo pensado volver a ver. La curiosidad me trajo hasta tu última entrada. Hace un año que vivo con una ausencia irremediable. La gran ausencia de mi vida. Tambaleándome. Transitando de una vida hacia ninguna parte. Y aunque coja carrerilla, me cuesta volar. Simplemente, decir poco. Un abrazo embotellado en el aire.

  2. 10 respuestas a «El sol de la infancia»

    Pelos de punta. Increible. Haces magia con las palabras. 🙂

  3. 10 respuestas a «El sol de la infancia»

    Hola
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  4. 10 respuestas a «El sol de la infancia»

    Precioso Aire y sol de la infancia.

  5. 10 respuestas a «El sol de la infancia»

    Hay dias q m gustaría tener un botón d dsconexion, y q cuando tu estarias a mi lado reactivases y despertarme sintiendo tu mirada n mis ojos

  6. 10 respuestas a «El sol de la infancia»

    Ojalá yo algún día pueda causar tanta mella en alguien como causó tu padre en tí. Seguro que fue una persona muy especial, de esas de las que nunca te olvidas porque te sorprende haber tenido la suerte de conocerlas y tú eres igual. Muchas gracias de verdad, no sabes lo importante que es para mi cada cosa que escribes. Me hace sentirme menos sola.

  7. 10 respuestas a «El sol de la infancia»

    Yo tambien una lurker en tu blog desde hace mucho tiempo. Lo siento muchísimo…Mucho ánimo!!

  8. 10 respuestas a «El sol de la infancia»

    Llevo leyendote desde noviembre aproximadamente. Eres mágia.

  9. 10 respuestas a «El sol de la infancia»

    Jo, se me han llenao los ojos de lágrimas. Como siempre precioso y emotivo. Y desde aqui quiero decir una cosa TE QUIERO MUCHISIMO PAPA.

  10. 10 respuestas a «El sol de la infancia»

    Bueno…acabo de ver que actualizaste esto en tu twitter…y de verdad no sé que decirte…me he quedado de piedra leyéndo esto y es , simplemente, porque ahora mismo paso y he pasado por la misma situación que has reflejado, parece que la hubiese escrito yo vamos. No nos conocemos, pero en tus últimas actualizaciones me he dado cuenta que las dos compartimos la misma pena, que no es tener a nuestro padre a nuestro lado. No puedo decirte nada que te alegre , aunque te comprenda quizás mas que muchas otras personas que si te conocen y te ven en el día a día.
    Los padres tienen unas conexiones especialmente fuerte con sus hijos, a veces incluso llego a pensar que mas con sus hijas, y cuando tienen que dejar este mundo, creo que nunca llegan a dejarlo de todo…que algo les ata a una realidad subalterna a la nuestra, y ese algo es cuidarnos y protegernos. Ayudarnos a tomar decisiones metiendose dentro de nuestra cabecita para que escojamos el camino correcto…y abrazarnos, cuando nos pasamos tantas noches llorando porque les echamos de menos.

    Estoy segura que tu padre estará muy orgulloso de ti, y que siempre sacará una sonrisa con las cosas que le escribes a él.

    Un abrazo muy fuerte y cuando las olas dl pensamiento vayan en tu contra, recuerda que tienes a tu lado al mejor ángel de la guarda, el que nunca te dejará sola.
    Pues como dijo El Principito «lo esencial, es invisible a los ojos» 😉