no soy mala, es que me dibujaron así

En la duna

Eran los tiempos de los ascetas indios, de los grandes Emperadores subidos sobre elefantes. De ojos rasgados con pintura negra, y piel aceituna.

Y allí vivía él. Pero Sathish se alejó tanto del rojo amanecer imperial del día siguiente, que decidió finalmente huir. Corrió tanto, tanto, que de pronto sólo vió desierto.

Pasaron horas, días, noches, en las que Sathish seguía caminando, no sabía hacia dónde, no sabía bien por qué, pero aquella arena era tan magnética… No podía dejar de mirarla, hechizado. Era sencillamente perfecta. Cada grano de polvo, sabía de la existencia de sí mismo gracias a su unión con los demás. Juntos, pegados unos a otros, vivían todos los días de su vida formando un inmenso vínculo uniforme, compenetrado, sexual, sensual y terriblemente hetéreo. Sathish quería ser uno más, quería mezclarse con la arena. Se revolcaba sobre ella, sin parar, de una duna a otra con los ojos cerrados, pero al volver a abrirlos… Caía en la cuenta de que él no era igual, de que su humana imperfección hacía diluir cualquier atisbo de afinidad total con nada, con nadie.

Sathish no sentía, ya ni tan siquiera había envidia por aquel desierto, ni de sus suspiros, ni de su impenetrable color dorado. Él tan sólo era un ente divagando, nada más. Hasta que un buen día su pie rozó con algo punzante, doloroso. Se había clavado una aguja. Una aguja en medio del desierto. Y la cogió, y la guardó para el resto viaje sonriendo, pues ella era única. Se pinchaba cada tres pasos en algún lugar de su cuerpo, a veces se la clavaba durante horas, y miraba altivo al desierto. Aquel desierto tan compacto, tan espeso tan insustancial y falto de todo.

Algunos cuentan que Sathish fue el primer fakir de la historia. Otros simplemente, creen que fue el primer enamorado.

Comentarios

  1. 5 respuestas a «En la duna»

    Qué bonito… la has cagado (para mí) con el nombre del prota: conozco su cara y ojos, y no lo veo, no lo veo…

  2. 5 respuestas a «En la duna»

    ptss…septiembre

  3. 5 respuestas a «En la duna»

    Comprensible, un lugar tan silecioso, vacio y grande.
    Ha de ser lindo, al menos para los q nos gusta caminar (con oasis cada 200 mt, claro esta)

  4. 5 respuestas a «En la duna»

    Y a veces esto mismo ocurre al doblar cualquier esquina. Gracias por tu alegoría. DMSR.

  5. 5 respuestas a «En la duna»

    Ultimamente tienes un aire místico , jippie…que aís, a ver cuando te veo.(jeje)