Ese día perdí todos los medios de transporte posibles para regresar a casa. No sé por qué fui a la parada de autobús de siempre, y me senté allí un buen rato, sabiendo que el bus fantasma de Harry Potter no iba a pasar por allí, (ni ganas). Pero supongo que el ron en sangre que corría por mis venas, hizo suponer a mi mente que allí encontraría una solución.
Llegué, y me senté como se sientan los elefantes en el suelo cuando son asestados por el cañón de algún cazarecompensas maniaco. Rotunda y lenta, muy lenta. Juro que yo no me movía tanto. Sin embargo todo lo de alrededor giraba, retumbaba. Pasé largos minutos observando y de pronto… Me asusté.
La Gran Avenida, por el día normalmente estaba llena de coches, ruido y rebaños de trajes andarines que se golpean los hombros unos con otros. Sin embargo cuando es de noche, como aquella noche, la Avenida quedaba vacía. Sólo era habitada por el chirriante sonido de las viejas chatarras llamadas autobús, y… Por ese indigente de la esquina de enfrente a la parada que siempre estaba allí. Pero por más que miraba, esa noche no lo encontraba. De hecho no estaban ni él, ni su carro, ni sus dos perros de tacto suave, ni sus cartones, ni sus harapos de aspecto áspero… ¡Nada!
La Gran Avenida entonces me pareció un cuadro de perspectiva sesgada, una imagen distorsionada, colgante, fea, aislada, incluso amenazante por resultar tan ajena. Angustiada, me vi completamente dependiente de mi espera, necesitaba irme de allí de inmediato. Cuando me disponía a echar a correr, se escuchó la voz rota de aquel hombre solitario. Musitaba algo, un acto muy normal en él, ya que era muy conocido por estar bastante más pa’ allá que pa’ acá. Se oía detrás de mí. Daba la sensación de que sus palabras me rozaran los lunares de la espalda, poniéndome la piel de gallina en un placentero escalofrío, e invitándome inevitablemente a mirar atrás.
Me giré y allí estaba, era el hombre de los cartones. Entonces comenzamos un delirante diálogo:
– “Por aquí ya no pasan más autobuses” –dijo-.
– “Lo sé, sólo estaba esperando”- Contesté, de menra absurda.
– “Esperar… ¿A qué esperas?”- Dijo algo ofendido.
– “Pues, en realidad no estoy muy segura. ¿Y usted?”- Pregunté sonriendo.
– “Yo tampoco sé que espero, supongo que nada”- Dijo mientras me daba la espalda para echarse a dormir bajo su manto.
– “¿Y por qué ha venido a esperar aquí entonces?” Repliqué interesada.
– “Porque… Ya no me gusta esperar allí”
Después de unos segundos, me levanté y me fui a esperar a otro lugar.
Comentarios
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Phentermine.
Phentermine.
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[…] “Manolo Recicla” es un trabajo del director Manolo González. Llegó a mis manos, casi de una forma gratuita, y (mal)pensando que una emoción no se vende tan barata hoy en día, tardé un par de días en verlo. Después de verlo, creo que una simple sinopsis del argumento no puede hacer justicia a este documental, que cuenta con audacia una historia tan cruda como real. Es una auténtica manifestación de que los seres humanos no somos lo que, en muchos casos, creemos ser. Sesenta minutos que se pasean por la vida de Manolo, alguien que como usted o como yo sobrevivía, y parecía no encontrar nunca su sitio para vivir. Pero siempre lo esperaba, lo esperaba como aquél de la Gran Avenida, sonriendo, y peleando. Para la mayoría, Manolo es un perdido, y ¡claro que lo es!, hace tiempo que prefirió salirse de la senda marcada. Manolo era el protagonista de su historia, capaz de protagonizar sus mejores chistes y sus episodios más drámaticos. Transmitiendo así las barreras de aire metálico que proporcionamos los demás, con nuestra participación diaria en este sistema que un día inventamos. Sin pensar, quizá, que hay pájaros a los que les gusta volar sin jaula, o que sencillamente, nunca quisieron volar. […]
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🙂
Hay una frase que dice «No pierdas el tiempo pensando en cómo has perdido el tiempo esperando»
Claro, lo bonito de los sueños es que se cumplan, pero mejor poquito a poco, no?:)
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jaja muy bonita…esperando algo,no importa lo que sea,siempre espera algo…yo por mi parte,espero que se cumplan mis sueños pero no quiero que se realizen completamente…porque si se cumplieran,¿entonces que quedaria?nada,asi q espero…
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Pues para este mendigo ha sido una gratíiiisima sorpresa descubrirte destapando su manto a ver si seguía habiendo algo debajo.
Vente a esperar por allí cuando quieras. 😉
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algo pasa siempre que se espera, aunque una no se percate por estar demasiado ocupada esperando. 😉
salud!.-
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Esperando a la vida, se me fue la vida.
Decía el poeta, no?
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Pero ¿qué es la vida si no una espera a la muerte?
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– ¿Nos vamos?
– No podemos
-¿Por qué?
– Esperamos a Godot
Así comienza una preciosa obra del teatro del absurdo, Esperando a Godot, que hice en mis años jóvenes.
El fondo es que el hombre siempre está esperando y nunca llega lo que espera o se cumple su esperanza…
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lo importante es saber a que se espera…todo lo demás, no importa.
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me resulta familiar la historia, más que nada porque cada vez que salgo me acabo haciendo amigo de todas esas personas que hay en cada ciudad que por desgracia tienen que vivir de esa manera que todos vemos.
esta muy bien el blog!
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Supongo que hay noches en las que las calles estan desiertas aunque esten llenas de gente, todo de pende los ojos con los que se miran, el mundo suele ser del color del estado de animo de una…. si es cierto… que puestos a esperar… mejor hacer un alto en el camino para descansar, y volver a emprender el vuelo… y esperar pues eso, volando…hay noches que una esta mas sola de lo normal… noches en las que ni siquiera hay eco. Besos mil!!!
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Un post que parece sacado del mismísimo cuaderno de bitácora del Captain Scott…