Hoy he vuelto con él al que fue su lugar durante mucho tiempo. Allí están las calles en donde él paseó durante tantos años, y en donde compartió tantas Mahou con sus pequeños habitantes.. Siempre nos hablaba de ellos, de todos y cada uno. Y sonreía tanto. Hoy he sentido que él paseaba por aquellos mismos sitios, menguado. Como la luna en eclipse de domingo… Era un espectáculo bonito, pero era al mismo tiempo triste. Es penoso que un millón de personas te miren sólo para ver como te escondes detrás del sol. Sé que hoy le ha dolido el alma, aunque no dejara de sonreirme. Yo también le he sonreido, pero sólo tenía ganas de esconderle, de taparle los ojos y cubrirle el corazón con una mano, y apretarle, y salir corriendo. Pero él ha caminado lento, muy lento, y ha mirado cada detalle, cada flor nueva, y le ha dado la mano a sus amigos, y se ha tomado un vermú a las 3 en el hueco del abuelo, y nos ha atendido aquel viejo camarero de toda la vida. Y me ha cogido la mano, y me ha sonreido. Y me ha eclipsado. Joder, no hay nadie como él.
Quería huir de allí con él. Quería poder verle, y poder respirar y sonreir, y mirar las flores nuevas. Nos hemos montado en el autobus. Y cuando estábamos huyendo, nos hemos topado con una fila de coches enorme, brillante, por donde serpenteaban los reflejos del sol. Y de pronto me he dado cuenta, sin saberlo, de que el cielo era en la ventana, desde la ventana, por la ventana. Y que hay manos y hay labios que no saben a nada, algunos que te matan de sed, otros que fabrican melodías enigmáticas, como las de las sirenas de Ulises. Y otros que sólo rasgan la dermis y se van, pero con ello destapan dolores que escondían mundos llenos de soberbias y altivez, y las dejan al aire. Y duele, pero es tu dolor, tu piel y tus miedos, y es a tí a quien tienes que mirar, son las calles de tus huesos y de tus pestañas las que tienes que recorrer lentamente, es a tu boca y a tu alma a quienes tienes que saludar, aunque aún duelan.
Me he dado la vuelta sintiendo que las heridas escocían más que nunca. Lo que escuece, cura. Por fin siento que los duelos, los enfrentamientos, no son malos. Y entonces le he mirado. Y he pensado que él era de esas caricias y esos besos que se quedan en la punta de los dedos un rato más después de verle, calentando las yemas, tiritando el alma. Y que es valiente, y es mi sangre, y que le quiero a rabiar. Y…
Comentarios
8 respuestas a «Y después de … Y siempre va después de… Y siempre»
No me sorprende lo mucho que sientes y cómo relacionas, soy del club, lo que me tiene en una fiesta permanente cada vez que entro en tu casa es la forma en que lo cuentas.
Placer del bueno.
Por lo que dice David veo que no es ficción y que es en un diario en toda regla, con perdón de la palabra.
Precioso diario y preciosa vida.
Un abrazo,
Genista
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Yo también le he sonreido, pero sólo tenía ganas de esconderle, de taparle los ojos y cubrirle el corazón con una mano, y apretarle, y salir corriendo.
¡Qué bien escrito!
8 respuestas a «Y después de … Y siempre va después de… Y siempre»
He paseado… he vermuteado… y me he sentido identificado con el personaje… recorriendo esos lugares que forman parte del presente y el pásado de cada uno… esos lugares en los qué queda un desliz de nosotros mismos… a pesar de qué la vida se empeñe en ir «borrando» parte de esos albumes fotográficos que restarán por siempre en nuestras almas…
Esos lugares..y esos recodos… siempre vivirán en mi…
Un abrazo y un vermut desde mi lugar…
8 respuestas a «Y después de … Y siempre va después de… Y siempre»
ah, pero tenes un lime mental precioso che.
no te conozco, pero guardé tu blog hace un tiempo, porque me resultó muy tierna la descripcion de tu cuerpo y sus cicatrices frente al espejo.
sos de acuario? me juego a que si.
pintas el retrato de una mujer que no me conviene conocer, pero que me arrepentiria si no lo intentara. o a lo mejor es el efecto de la luz.
sentite libre de escribirme nazarenoagustin
8 respuestas a «Y después de … Y siempre va después de… Y siempre»
No sé por qué no puedo escribir con mi nombre y aparezco como la Mala, sangre de mi sangre. Me da lo mismo, pero tras esas bellas palabras hay una percepción inexacta: no estoy abatido, ni avergonzado ni tengo que esconderme. Muy al contrario, mis calle son mías y nadie va a quitarme las andanzas y las correrías por esos bares en los que conocí a tanto parroquiano digno de mejor suerte. Solamente estaba cansado…
David
8 respuestas a «Y después de … Y siempre va después de… Y siempre»
cada vez más me doy cuenta que en tus posts crípticos siempre hay alguna historia cremallerizada que descremallerizar, algun dolor abotonado que desabotonar y algún recuerdo crudo que intentas cocer poco a poco con el calor de nuevas palabras. en estes caso: tu padre? tu hermano? tu pareja? tu amigo? da igual: tu amor.
8 respuestas a «Y después de … Y siempre va después de… Y siempre»
Estas muy prolifica ultimamente. ¿sera la primavera? sea lo que sea, me encanta.
Un saludo
8 respuestas a «Y después de … Y siempre va después de… Y siempre»
Me ha conmovido la última frase, como de una niña muy pequeña que mira a su padre y lo ve muy alto.
Sabe que perdidos están los pasos que solía dar, y que al recordarlos le gustaría que le apretaran la mano.