Aquella vez se encontró de frente con dos sendas que franqueaban un inmenso rio. Ella se detuvo en seco para tomar una decisión. Su zapato izquierdo se decantaba por el de la derecha. Parecía una decisión inteligente, pues era un camino corto, pero quizá demasiado oscuro. El zapato derecho, en cambio, prefería el camino de su izquierda, más largo pero aparentemente amistoso.
Mantuvieron una acalorada discusión que aumentaba de tono en tanto que pasaban los minutos. Los dos sabían que debían llegar a un acuerdo, pues si la señorita tenía la gran virtud de poseer dos piernas, no eran lo suficientemente elásticas como para seguir los dos caminos al mismo tiempo.
Tras varios intentos de pisotón, de ahorcamiento con los cordones, y de lengüetas desgastadas por la dialéctica, llegaron a una posición común. El zapato izquierdo, como de costumbre, tomo impulso, y el derecho se preparó para comenzar el paso. Pasados unos segundos de incertidumbre y extrañeza, aquellos zapatos levantaron la vista y se encontraron vacíos.
Hacía ya varias horas que la muchacha se había descalzado para nadar rio arriba.
Comentarios
3 respuestas a «Zapatos»
Jejejej,habeis intentado usar una vez zuecos?De esos se huye!Y si se astillan la cosa se vuelve dantesca.
3 respuestas a «Zapatos»
Alguna vez tuve zapatos asi…
3 respuestas a «Zapatos»
los zapatos..el primer impedimento que separa nuestro cuerpo de la PURA VIDA.